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El ciberactivismo desactiva | Kike Oñate

¿Qué está pasando? Vemos resquebrajarse nuestros derechos, nuestros paisajes, nuestras ciudades, nuestras pueblos, nuestras ilusiones y esperanzas. ¿Y que hacemos? Twittear y compartir.

 Por Kike Oñate //

Likes, compartir, emoticonos. Estoy sorprendido, me enamora, me divierte, me enfada. Cambiando el mundo desde comentarios de YouTube. ¿Desahucian a una familia? Me solidarizo y lo comparto. ¿Que una empresa australiana quiere construir una mina de uranio, destruyendo encinas centenarias, contaminando el Duero y poniendo en riesgo la vida de los habitantes de la zona con el consentimiento del Gobierno? Pues un “me gusta” y empiezo a seguir la página de apoyo en Facebook.

¿Qué está pasando? Vemos resquebrajarse nuestros derechos, nuestros paisajes, nuestras ciudades, nuestras pueblos, nuestras ilusiones y esperanzas. ¿Y que hacemos? Twittear y compartir.

Emmanuel Rodríguez hablaba recientemente en Ctxt de un “fin de ciclo”. ¿Qué ha ocurrido desde ese estallido social al que recordamos ya, con nostalgia, como 15M? El partido político que dice surgir de ese momento, y no, no hablo de Ciudadanos, parece que nos está conduciendo a una de las peores crisis morales. Por ahora, lo único que está consiguiendo Podemos es terminar con la esperanza que nos dio el 15M. Nada cambia (como diría Pasolini) en Palacio.

“Todos son iguales”, “izquierda y derecha roban igual”. Consignas, todas ellas repetidas hasta la saciedad en comentarios de Facebook, ya sea en El País, Público o en diarios regionales como Diario de Mallorca. Roza lo cansino.

La sociedad se está acostumbrando a descargar su ira a través de comentarios. Compiten por la mayor cantidad de aprobaciones. ¿Lucha de clases? ¿De qué me hablas? Ahora hay una lucha para ver quién deja más en ridículo al otro.

Un mensaje. Me llega esto por Whatsapp justo cuando estoy redactando estas líneas: “Merece la pena leerlo aunque solo sea para saber a quienes votamos… PP, PSOE, Ciudadanos, Podemos… Da igual… todos se benefician de nuestra pasividad y conformismo”. No es broma. Y sigue así: “Este mensajito no es ni de derecha, ni del centro ni de izquierda.” Cosas de la posmodernidad y la sociedad líquida de Bauman.




Con Podemos en las instituciones hemos delegado nuestras luchas, de nuevo, a un grupo de personas desconocidas, que deciden por nosotros. Aún así, se ha conseguido alguna mejora, pues se ha forzado a “reinventar” la política hasta hace nada estancada. Los ayuntamientos municipalistas son un buen ejemplo, pero demasiado limitados por el entramado legal.

El “todos son iguales” se puede traducir en fenómenos como Trump o Le Pen, pero aquí, como siempre, las cosas van de otra manera. La composición parlamentaria actual no permite, por el momento, el surgimiento de partidos como los aparecidos en EEUU o Francia. Por eso, con el fracaso de Podemos, tenemos dos opciones. O nos sentamos en la silla del bar a esperar a ver qué pasa, o bien nos centramos en seguir adelante con la “revolución democrática” que inició el 15M. Aunque quizás esto se resuma con el concepto de Estado-fallido al que que se refiere Emmanuel Rodríguez en el artículo.

Pero esperad. Os diré dos cosas buenas que nos ha dado el fenómeno Podemos. Lo diré de la siguiente manera, de forma que todos los millennials nos entendamos; citando a Mr Robot: “Ahí fuera hay un grupo de personas que gobierna el mundo en secreto. Estoy hablando de unos tíos que nadie conoce, de unos tíos invisibles, el uno por ciento que está por encima del uno por ciento de los que juegan a ser Dios sin permiso”.

Pero no, ese grupo apenas giró la cabeza hacia el país con más resentimiento por no incidir en la agenda política internacional. Como mucho, se ajustaron la corbata. Sí lo hicieron los poderosos del país, que han asomado la patita, movilizando todos sus recursos para restablecer el orden. Y ahí siguen, trabajando día y noche.

La otra ofrenda de Podemos es que habiendo destapado lo que ahora llaman “la trama” hemos comprobado que el sistema estaba demasiado podrido.

Otro ciclo se ha cerrado. El colapso preconizado por Carlos Taibo está a la vuelta de la esquina pero parece no llegar nunca. ¿Y mientras tanto? Vagamos por un desierto en busca de algo que no sabemos muy bien qué es.

Se ha polarizado tanto el espacio político que cualquier crítica o alternativa se tacha rápidamente de podemita, norcoreana o paleocomunista. Aunque esta no tenga nada que ver con Podemos. Una auténtica tragedia moral.

¿Qué hacer para cambiar este panorama? Por el momento, conformémonos en darle un like y retuitear este artículo.







Kike Oñate

Kike Oñate

Estudiante de periodismo. Bajo una mirada crítica, escribo sobre Balears y otros temas que van más allá de las islas. El autor escribe en Medium.com
Con la tecnología de Blogger.