¿Mujer trabajadora? Todas

Por Paloma Cotelo

¿Mujer trabajadora? Todas. Porque sí, hasta esas mujeres aparentemente indolentes que parecen “vivir” sólo de su aspecto físico, tienen que emplear tiempo, dinero y energía, osea, trabajo, en el mantenimiento de su aspecto.

Todas trabajamos. Desde ese punto de vista, es absurdo tener un día específico para recordarlo, ni siquiera por recordar aquellas desgraciadas asesinadas en aquella fábrica en aquel 8 de Marzo, porque estoy segura que no fueron ni son el único caso.

"Si tomáramos esa conciencia de clase, siendo más de media humanidad…¿Qué podría pararnos?"

¿Por qué celebrarlo? Porque seguimos, todos y todas, chorreando displicencia ante la cantidad y/o calidad del trabajo que llevan a cabo las mujeres. Se generan infinidad de escalas de valoración social, no escritas en ninguna parte, sobre el trabajo que efectúan las mujeres y que contribuyen a crear el enésimo clasismo entre nosotras. El mismo ejemplo de antes, el de las mujeres cuyo trabajo pasa por mantener su aspecto físico, provoca un cierto desdén moralista entre la mayoría de las que trabajan en tareas más empíricas o intelectuales. Y a mí, personalmente, me parece que debe ser insufriblemente aburrido pasar varias horas al día por obligación en gimnasios y centros de estética, sometiéndose a tratamientos muchas veces molestos, cuando no dolorosos.

Es un día que hay que celebrar para recordarnos que el trabajo que hacemos, sea el que sea, bien pagado o no, es importante. El de todas. Y también es la ocasión para reflexionar en no caer en el clásico esquema de “pero el mío es más importante que el tuyo”. Porque son esas clasificaciones tan extendidas las que siguen evitando que tomemos lo que antaño se conocía como “conciencia de clase”. Si tomáramos esa conciencia, siendo más de media humanidad…¿Qué podría pararnos?

Como ese es un objetivo muy grande y lejano, yo, desde mi experiencia personal, me conformaría con que mi aspecto físico no condicionara la valoración intelectual y laboral que se hace de mí (o viceversa), en todos los aspectos de la vida, pero desde luego, en el trabajo. O no verme tratada como una mujer de segunda categoría frente a las que son madres, por ser una mujer sin hijos, que también me ha pasado. 

No es gran cosa, frente a las que cobran mucho menos que los hombres haciendo el mismo trabajo que ellos, pero es lo que yo me he encontrado y lo que puedo contar.